sábado, 23 de abril de 2011

Dicen que


Bueno, les diré como es la vida del emigrante (o al menos, similitudes que todos tenemos):
Partirá con cosas sólo justas y necesarias, pero eso no le importará; inconscientemente hará comparaciones de lugares, personas y acciones; más de una vez se sentirá perdido en un rebaño al que no parece pertenecer; vivirá en el internet buscando noticias o simplemente poniéndose al día con los amigos lejanos; donde quiera que vaya, querrá demostrar sus raíces con mucho cariño; de vez en cuando llorará queriendo regresar (pero en el fondo no quiere volver a partir, no otra vez); al pasar de los años ya no sabe si es de aquí o de allá, sólo sabe que está; siempre, hará todo lo posible para sentir que nada fue en vano, que a pesar de todo, valió la pena.
Pero no todo es tan triste, verán: aprenderá a ser agradecido y no se quejará en los tiempos malos, conocerá muchas personas, lugares y acciones muy interesantes y que valdrán la pena; aprenderá a encontrarse consigo mismo, pues ahí está la base de la felicidad; su amistad será real, pues sabe lo importante que es hacerla sentir en los demás y apreciará toda aquella que sea ofrecida; al conocer tantos lugares, sacará lo mejor de ellos y lo compartirá, también aprenderá de los errores de cada lugar; será fuerte y demostrará que nada es tan malo como parece, que muchas veces somos más bendecidos de lo que creemos; se olvidará de las fronteras y amará a toda buena persona, sin discriminar diferencias; sentirá que nada sucede en vano, que todos tenemos una misión y un mensaje para cultivar en las personas, sin importar en donde se encuentre.

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