miércoles, 1 de agosto de 2012

De locuras, manifiestos e imaginación

"Adiós" le dijo.
Se fue de un día para otro, sin avisar. Se fue con la brisa que había susurrado lo que sucedería.
¿Y qué le iban a hacer? "No te pierdas", fueron palabras que sabían que se perderían, sabían que se esparcerían. Pero lo dijo, quien sabe porqué.
Tal vez en el fondo no quería decirlo, o tal vez quería pronunciar un "te lo dije" en algún encuentro fortuito, de esos de Jueves en la tarde.

Pero ya le dije adiós, al fin se fue de las entrañas. Al fin comprendí ese viejo dicho del camino, de la trama y el desenlace. De los eneros que terminan en febrero.  

Ahora si era cierto, y no le importaba si después la brisa se devolvería con el "nos vemos", no le importaba que sucedería pues, lo importante fue pronunciar esas palabras: adiós, cuídate.
Y así siguió tranquilo, le gustaba sentirse bien aun cuando ella quizás ni recordaba como él sonreía aquellas mañanas. No importaba, ahora era su turno, y no se lamentaba de haber sentido idioteces que el tiempo agravó, hasta ahora, que por fin el adiós llegó.

Que te vaya bien, esta vez no te extrañaré. Pero no te preocupes, cualquier cosa sigo acá y contestaré antes de perder tantas llamadas. Adiós, al fin regresé del viaje que te estaba despidiendo, espero hayas llegado bien y perdón por tardar mucho más de lo que tardaste tu aquél día.

Solía tomar el autobús en otra dirección, temió que aquél "no te pierdas" iba dirigido en otro sentido. Pero ya no importaba, siguió caminando ese Miércoles, sonriendo y pensando en que nuevo paisaje, posada estaría abriendo ahora sus alas aquella simpática coccinellidae.



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