jueves, 25 de diciembre de 2014

2014

Dos mil catorce, tal vez esas fueron las vueltas dadas.
Vaya año, más bien años. Fue eterno y lleno, llenísimo de cosas.
Ni siquiera sé por donde empezar, ni siquiera sé si podré plasmar todo.

El caballo de madera me invitó a soltar expectativas desde el día uno. En todo, con todos.
El amor se asomó, tan repentino, con una eternidad fugaz. Vaya felicidad envuelta en canciones, en viajes, en descubrimientos, en entregas, en temores, en confianza.
Confianza que me impulsó a superar las inseguridades desatadas en el 2013 y a poco a poco trabajar el desafío trazado para el 2014. Hoy miro hacia atrás y no me arrepiento de haberme subido a aquél viaje, en el que parecía que viajábamos desde antes. Eterna fugacidad que llegó a su fin.
Vaya dolor, me volvió irreconocible. Vaya sorpresa ver los distintos caminos que tomamos, vaya sorpresa.

Hoy miro, y vaya que fue necesario. Nuestro viaje tenía fecha de regreso, toparnos en el camino te hizo dar cuenta de que ya estabas en otro que debías retomar, y a mi, a mi me hizo confiar y recordar aquél camino que había dejado de lado. Increíble ciclo, emociones de las más profundas y diversas me hizo experimentar, reír y llorar, amar y vivir. 

Pero todo esto lo digo ahora, hoy. Jamás pensé que daría vuelta aquél dolor, jamás pensé que tendría un real sentido. Y es que lo que vino después, fue como un salvavidas. Cuanta entrega, cuantos desafíos y aprendizajes. Cuantas ganas y energía, cuantos sábados sin dormir y semanas de largos viajes. Cuantos seres conocí y disfruté, cuantos amigos estuvieron más que nunca (incluso sin darse cuenta). Vaya reencuentros, incluso conmigo misma.
¡Que orgullo! di vuelta aquellas semanas de mierda, que orgullo cumplir más de algún sueño a la niña de hace 10 años. Hoy quedan atrás muchos temores, hoy me he reconciliado con aquella forastera de mi interior que temía cortar sus raíces. Hoy siento que poco a poco comienza a reconstruirse la piel que fue mudada.

Pido disculpas si herí, si ignoré, si enjuicié equivocadamente, si no comprendí, si no acepté, si me rendí.

Para mañana hay muchos desafíos, mucha entrega y amor. Muchas ganas por seguir limpiando las sombras, y sobretodo, muchas ganas de aprender y gastarme.

Agradecida por un año más, cierro el ciclo del año que se va y suelto mis expectativas para el 2015. Que simplemente fluyan.
Formamos parte de un ciclo infinito de constante movimiento y transformaciones. Ciclo infinito compuesto por pequeños ciclos que comienzan y caducan constantemente para dar comienzo a otros. Y así, infinitamente.

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