domingo, 26 de enero de 2014

La Puerta

La cortina abrió, creyendo que sólo fue la sombra de un pájaro fugitivo.
Para su sorpresa, había algo más, tal vez una ilusión, tal vez un recuerdo. Miró y miró por largo tiempo, se entretenía.
Sonidos aparecieron de repente, sonidos que no escuchaba a través de la ventana. Cuando abrió el pestillo, se dejó sentir una brisa leve, liviana, tímida pero por sobretodo, placentera. Y en ella, una pequeña voz susurrando. No, no era una ilusión.
Sin quererlo, entre medio de la brisa se entrometieron los miedos: tiempo, entrega, pasado, incertidumbre. 

¡ÁBRELA! ¡ABRE LA VENTANA AHORA!

Dos, tres, cuatro, las olas interiores interrumpieron y con fuerza abrieron la ventana. Una mano afuera sostuvo para no caer, y ahí estaba: tiempo, entrega, futuro. Ya no eran miedos.
Apretó su mano, con fuerza, sin saber que ocurriría, sin nada para esperar, con todo el tiempo para dejarse sorprender, para simplemente ser. 
Pero faltaba dar un paso más, faltaba otro pestillo por soltar. 
Pestañeó, y al volver, estaba la puerta.