Solté mis expectativas para el 2015, y hoy me doy cuenta de tanto que sucedió.
Y no sé por donde comenzar el recuento de este año.
Debí suponer que la manera en que empezó iba a dar pauta a lo que se venía: un año fuerte, sensible, enérgico. Un gran año tengo que decir.
La cabra volvió a movilizar aquella energía que se encontraba con rencor, perdonar y aceptar fue necesario para avanzar, sanar un corazón y permitirme disfrutar del cariño; y si bien nada se concretó, el hecho de dejarme de a poco disfrutar, dio cuenta del cariño más bonito que pude haber tenido, el propio, sin juicios ni ataduras, permitiéndome fluir de a poquito (y vaya que tampoco fue tan fácil).
Agradezco aquellas amistades que de como casi toda una vida, aparecieron. Amistades que me volvieron a las raíces, aceptando que también en otro lugar me he enraizado, y sí, eso tomó 10 años ¿cómo no te voy a querer 2015?. Que lindo reconciliarme y dejar ese peso. Otras amistades, sin siquiera imaginarlo se formaron, amistades que me abrazaron y vieron llorar, y con las que hoy almaceno un montón de risas, de esas que quedan en el corazón.
En cuanto a la entrega, ha sido mucha y variada. Llena de tonalidades y cansancio entre medio. "La pausa también es movimiento" debí decirme más de una vez y sé que debo recordarlo para el 2016. Feliz estoy de haber podido llevar a cabo aquellos desafíos que me propuse, porque di los pasos aún cuando me temblaban las rodillas, porque dentro de mi pequeñez de a ratos siento que crezco.
Y lo más lindo que tiñó estos meses fue sin duda todo aquello que conocí y aprendí, de mi. Increíble mundo que hay adentro, que empecé a escarbar y que aún me da cierto temor adentrar, tanto que demandó reconocimiento y aceptación. Pude entender la paradoja del cambio, aquella que necesita de la aceptación para la transformación, pude entender y querer ciertos vacíos, pude doblar mi capa, pude abrazarme y alentarme, pude. Y siento que tan sólo fue un pequeño paso, pero que sin duda a pesar de lo potente que pudo ser (y es), agradecerlo sería poco.
Y aún quedan muchas dudas, aún hay tanto por adentrar y escribir.
Al mono inquieto quiero decirle, que para su año me he propuesto la autonomía y empoderamiento, palabras fuertes que no necesitan más que de cariño para surgir. Llegó el momento de dar pasos con mayor seguridad, de confiar en mi misma, de movilizarme, de atreverme, de alzar la voz, de querer-me.
Gracias 2015, gracias a los momentos y personas que tal vez sin darse cuenta mucho hicieron para que escribiera los párrafos anteriores, ojalá me leyeran, ojalá sepan que son bacanes, ojalá me hubiese atrevido a decírselos. Gracias canciones, sonríe, forja, familia, teorías, profesores, amigas, jesu, cami, cata, elisa, opi, pablo, oriana, y a todos en realidad.
2016, me atreveré.