Empiezan a plasmarse las letras, empiezan los recuerdos. No ha pasado mucho, pero acá va:
Fueron tiempos y lugares que se convirtieron en infinitos momentos: risas, bostezos, bromah's, preocupaciones y más. Fueron nuestros esfuerzos y desarrollo, y por sobre todo, fueron parte de la vida.
Así se nos pasó la suciedad, los caminitos de agua, las huidas del sol y las búsquedas del sol. De un día para otro dejó de ser para siempre parte de nuestro instintivo caminar y pasó a descansar detrás de una puerta de nuestro corazón para, de vez en cuando asomarse en forma de recuerdo y sonrisa.
Sin duda muchos otros tesoros de vida estarán por venir, pero nunca iguales. Y no es que esté triste, pues la melancolía sabe mezclar tan bien los sentimientos que nunca se puede estar sintiendo sólo uno a la vez. Pero hay algo que si me evoca siempre: el deseo de dar gracias.
Gracias a la vida (cómo más de un ser ha expresado), gracias a los sentimientos, a los errores, a las peleas, a los abrazos, a los consejos, a las complicidades, a los consuelos, a la ignorancia y al saber, a los recreos, a los microondas tardíos, a las caídas, a los chillidos, a las clases exprés, a las botellas, a las manzanas, al hambre, a los desodorantes comunitarios, a la música, a las fotos y videos, a la "rebeldía", a las calzas salvadoras, al sol, a los círculos, y sobretodo a aquellas casualidades no casuales que me permiten esta tarde añorar brevemente una mágica etapa y a aquellos amigos que podré ver o no después, pero que para mi suerte (o mala suerte) siempre serán los amigos que las mañanas junto al sol me evocarán con una sonrisa.
Solemos darnos cuenta al final.
ORIANA te admiro mucho , eres muy buena escritora y por lo demás muy buena persona!! nunca cambies te quiero mucho!!!
ResponderEliminarMuy cierto lo de los tesoros nunca serán iguales espero aprovecharlos al máximo!!!
un besito