Vespertinos, planeados, soleados, acompañados.
Cafés que van acompañados de esperanzas que invitan a seguir, a vivir.
Respirando su aroma, sintiendo su amargura o dulzura, sintiéndolo recorrer nuestro interior.
Allí está, junto a nosotros.
Calmado, aguantando.
Fuerte, sincero.
Espera por nosotros, espera.
Se aleja, desaparece.
Su existencia ínfima nos revela la vida.
Pero ya habrá otro tiempo, mientras la fe no la perdamos.
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